LECCIONES DE DISCIPULADO
Lección de Estudio 16: Fe y Obras
Por mucho tiempo ha existido una gran confusión sobre el tema de la fe y las obras. ¿Soy salvo solo por fe? ¿Están las obras en alguna manera conectadas con mi salvación? Si las obras no son necesarias para obtener la salvación, ¿porque muchas iglesias dicen que si las son? Si todas las iglesias creen en la Biblia, ¿porque existe tanta confusión? ¿Alguna vez se ha sentido confundido por esto y se ha preguntado lo mismo? Usted no es el único. El asunto de la fe y las obras ha sido malentendido por muchos. Algunos han sacado versículos de su contexto, otros simplemente han repetido lo que se les enseño a ellos. Nosotros creemos que la respuesta debe de ser extraída de la Palabra de Dios, y que cada creyente debe de ser capaz de explicarle a alguien más la base de lo que cree. La Biblia declara que debemos de estar preparados para dar respuesta a los hombres (I Pedro 3:15). Para estar preparados para dar respuesta, ¡primero debemos saber cuál es esa respuesta!
El propósito de esta lección es aclarar cualquier confusión o mal entendimiento que pueda encontrarse en su mente y, además, darle las herramientas necesarias para poder explicar a otros el por qué usted cree lo que cree. Si alguna persona se enreda con la idea de que las obras los hacen dignos de Dios, esa persona tendrá una jornada cristiana con muchos montes y valles. Ya hemos sido aceptados por lo que somos (Efesios 1:6). Nada de lo que hagamos, nos hace dignos de la salvación. Las buenas obras no vienen antes de la salvación, sino que son un producto de ella. Esto debe ser entendido, si hemos de disfrutar la jornada cristiana, tanto, como el destino final.
La fe y obras son, muchas veces, una fuente de confusión; por una mala interpretación de lo que dice el libro de Santiago. En Efesios 2:8-9, el Apóstol Pablo declara que somos salvos por gracia, no por obras, para que nadie se glorié. Pero Santiago dice que la fe sin obras está muerta (Santiago 2:20). ¿Es esto una confusión? ¿Se está contradiciendo la Biblia? ¡Absolutamente no! Lo que se necesita es un buen entendimiento de cada libro.
Pablo le estaba escribiendo a una iglesia, a la cual él amaba grandemente. Él quería, que ellos entendieran que el cuerpo de Cristo debe de ser edificado, pero el cuerpo no puede ser edificado, al menos que los miembros sean salvos. Así que, Pablo les explica cómo es que Cristo salva por su gracia a través de nuestra fe en él. Pablo comienza con el asunto de la salvación al tratar con estos creyentes.
Santiago les escribe a cristianos hebreos que habían sido esparcidos por doquier. El escribió en un tiempo anterior al de Pablo, cuando el cristianismo todavía era considerado como una rama dentro del Judaísmo Mesiánico. Santiago estaba preocupado de que sus lectores cayeran en la tentación y regresaran a los preceptos muertos de su fe ortodoxa. El no comienza a hablarles de la salvación, más bien, él fue directo a la práctica de la vida cristiana que, como creyentes, debían vivir. Su primer punto era que las tentaciones vendrían y deberíamos de aceptarlas como un motivo de gozo. La fe debería ser fortalecida por medio de una tentación. En su mente, una fe muerta era peor que el no tener fe. El declaraba que una fe verdadera produce obras; nos hace hacedores de la Palabra y no solamente oidores. Fe en acción era suficiente para Santiago. Fe mental, no era aceptable. La fe debe de ser visible; debe de manifestarse con acción. La acción verifica la fe.
Cuando Santiago les dijo a sus lectores que la fe sin obras es muerta, él no se refería a la salvación. Toda su epístola es usada para exponer el hecho de que, si tenemos fe en Dios, naturalmente las obras deberían de fluir de nuestra fe. Las obras vienen después, como un resultado, de la fe. El entender el contexto de cada escritor apropiadamente, nos quitará toda confusión.
Ahora que entendemos el propósito de cada escritor, es tiempo de ver como el libro de Santiago se aplica a nosotros. Según el capítulo uno, los cristianos enfrentaremos pruebas y tentaciones. Nuestra fe será puesta a prueba, pero la fe verdadera crecerá hasta ayudarnos a soportar, y Dios nos dará sabiduría. Santiago no menciona solamente la prueba de la fe, también habla de las características de la fe. La fe obedece a la Palabra (1:19-27). Remueve el favoritismo, discriminación, y el prejuicio (2:1-13).
La fe controla la lengua (3:1-12), produce sabiduría (3:13-18), y humildad (4:1-12). Finalmente, la fe también produce una dependencia de Dios (4:13-5:6).
Para que la fe llegue a ser verdadera, Santiago les dijo a sus lectores hebreos: que esas características deben de ser manifestadas en nuestro caminar con Cristo. Santiago termina la epístola con la victoria de la fe. La fe es capaz de soportar hasta el regreso de Cristo (5:7-12). Es capaz de orar por los afligidos y ver a Dios hacer lo imposible (5:13-18). La fe es capaz de confrontar a un hermano errado, con el propósito de restaurarlo (5:19-20). ¡La fe es la victoria que vence al mundo!
La fe y las obras están en perfecto balance. Una persona, no obra para ser salvo. Al contrario, es porque alguien es salvo que obra. Ningún cristiano fue salvo solamente para estar sentado. Fue salvo, para que se involucre activamente en la obra del Señor. Hay un propósito para cada uno de nosotros en el cuerpo de Cristo. Fuimos salvos porque hay una tarea específica para cada uno, misma que debemos de llevar a cabo. No obramos para obtener la salvación; obramos porque tenemos salvación.
Así que, puede ver que en realidad no hay confusión con la fe y las obras. Son dos lados de una misma moneda, perfectamente balanceada; se complementan una a la otra. Fe sin obras, es fe muerta. Obras sin fe es legalismo. Una fe activa produce obras que traen gloria a Dios. No hay valor en tener una fe muerta. ¿Está su fe produciendo obras en su vida?