LECCIONES DE DISCIPULADO
Lección de Estudio 18:
Una vida de Separación
La vida cristiana debe ser una vida santa. Si un hijo de Dios se ha determinado a traer gloria a Dios, habrá algunas cosas del mundo que tendrá que dejar. Con honestidad buscará agradar a su Dios antes que al hombre. Por esta decisión de vivir para el Señor esta persona pudiera ser vista como un homicida de la gracia o como legalista porque habrá áreas de su vida en las cuales el busca tener separación.
El vivir una vida separada y santa para el Señor no es fácil en los días en los cuales vivimos. Reiteramos que no será fácil para nuestra carne el vivir para Dios. Lo que se necesita es la gracia de Dios para llenarnos de poder y así vivir para él. Debemos entender a qué se refiere la gracia de Dios. Como se mencionó anteriormente, La gracia es la disposición creada en nosotros por el Espíritu Santo. Debemos entender la gracia de Dios si queremos vivir una vida santa
El cristiano debe vivir una vida separada del mundo porque Dios lo manda (II Corintios 6:17), pero exactamente, ¿qué quiere decir el estar separado del mundo? La respuesta se encuentra en el mandamiento dado a nosotros en Levítico 20:7 Santificaos, pues, y ser santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.
Este mandamiento es precedido por una lista de cosas que los judíos debían evitar. La palabra santificar significa apartar. Dios le dijo a su pueblo, a pesar de lo que ya sabían, que debían apartarse y ser santos. Si acaso alguien dijera que este mandato es solo para el judío, vemos que también es repetido en el Nuevo Testamento I Pedro 1:15,16 Debemos ser santos como el Señor es Santo
La palabra santo viene de dos palabras diferentes. La palabra “Hagios”, que puede ser traducida como santo. Este tipo de santidad tiene que ver con nuestra posición en Cristo. Así que, cuando Cristo nos manda a ser santos, él no está hablando de dicha posición, pues tal posición nos fue dada con la salvación.
Él está hablando acerca de otro asunto. Hay otra palabra que se usa para santo, santidad, etc. La palabra, “Hosios”, que tiene que ver con un proceso de santidad o de un diario vivir. Este tipo de santidad no es dada (como la posición); se desarrolla paso a paso. Cuando se nos manda a ser santos, se nos está diciendo que debemos vivir nuestras vidas de tal manera que reflejamos la imagen de Dios, pues solo él es verdaderamente santo. Ya que se nos manda ser santos, debemos entender lo que la santidad conlleva. ¿Es un tipo de don? ¿Es simbolizado por el levantar las manos en un servicio de adoración pública? ¿Se hace evidente por algún tipo de señal? ¿Qué significa ser santo? Aunque hay dos palabras diferentes las cuales pueden ser traducidas como “santo”, cada palabra lleva la idea de separación o de cortar. La santidad ha sido definida así: “su idea fundamental es separación, consagración y devoción al servicio de Dios” (sinónimos del Nuevo Testamento, pp. 309, 310)
En las Escrituras podemos ver que se nos amonesta a ser santos (I Tesalonicenses 4:7); creados en santidad (Efesios 4:24); y revestidos de santidad (I Corintios 3:16,17). La santidad es un estilo de vida (I Pedro 1:15) que resulta en una vida fructífera (Juan 15:8). La única manera en la cual podemos ser santos es por la santidad de Dios (I Pedro 1:15,16; Romanos 12:1,2). El solamente es nuestro estándar de Santidad.
Se sorprendería al saber que la voluntad de Dios para su vida no es que sea feliz, sino que sea santo. En ninguna parte de las Escrituras encontrará a Dios mandándonos a ser felices, pero si a ser santos. Lo irónico es que, si vivimos una vida caracterizada por la santidad, Dios nos dará gozo en cada circunstancia. El gozo está disponible en cualquier momento, pero la felicidad depende de cada situación.
Puesto que la separación es una característica de la santidad, se entiende el hecho que debemos vivir una vida separada. La separación tiene dos partes. El ser negligente a una crea un desbalance que le da motivos a otros para llamar “legalista” a alguien que busca la separación. La primera parte es separación del mundo (I Juan 2:15-17). Pero si alguno se detiene allí creara una actitud farisaica.
Es por esto que debemos ver la segunda parte de separación bíblica, consagración . No solo debemos separarnos del mundo, sino consagrarnos al Señor. La separación no se practica solamente por separarnos. La razón por la cual vivimos una vida santa es para darle credibilidad al testimonio del evangelio.
Aquellos que hacen un mal uso de la gracia, tienden a decir que no hay porque separarnos de cosas dudosas, puesto que la gracia de Dios nos ha librado. Sin embargo, la gracia de Dios nos libra del pecado para que seamos libres para servir. La gracia de Dios es lo que nos permite vivir una vida separada, para servir.
Hacer énfasis en la gracia de Dios para vivir en libertinaje y así adoptar vidas mundanas no ayuda a la causa de Cristo; ¡por el contrario, le estorba!
La vida cristiana es una vida santa, y se manifestará en la separación de ciertas actividades. Aquellos que dicen que “las reglas” constituyen legalismo, están equivocados. El legalismo es añadir obras a la salvación. Aún más, es tratar de ganar o merecer el favor de Dios con cierto estilo de vida, corte de pelo, vestimenta, etc.
Sin embargo, encontramos en la Palabra de Dios varias de listas de cosas que el cristiano debe seguir. Una de etas listas se encuentra en Efesios 4:14-32. Pablo enlista un mínimo de once cosas que debemos evitar. En Gálatas 5 (es un libro dado para explicar la doctrina de la gracia), Pablo enlista mínimo quince cosas que debemos evitar. No creo que llamaríamos a Pablo “legalista”, puesto que él hablaba inspirado por el Espíritu Santo.
Aquellos que buscan el vivir una vida sobria, justa, y piadosa muchas veces son mal entendidos. Eso no es una excusa para no tener vidas piadosas. La santidad de Dios demanda de nosotros una vida santa. Esa vida santa involucrara separación (no aislamiento) del mundo.
Hay ciertas cosas que las Escrituras no enlistan como pecado, pero si hay principios bíblicos que hablan de tales cosas. Por ejemplo, en ningún ligar de la Biblia encontramos que diga, “¡No fumaras!” puede buscarlo si quiere, pero no lo va a encontrar. ¿Significa eso que está bien fumar? ¡ Absolutamente no!
La Biblia nos enseña que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, y por lo tanto no debemos a corromper el templo. El fumar contamina el templo, y estorba para tener un buen testimonio como cristiano.
El propósito de esta lección no es darle una lista de convicciones y decirle “¡O las sigues, o ya verás!” Sin embargo, hay cosas que deben estar en nuestra vida, y lo mínimo que podemos hacer es entenderlas.
Entonces, si vamos a guiar nuestra vida por principios bíblicos y convicciones ¿Cómo podemos determinar cuáles han de estar en tal lista? Abajo se encuentra una lista de preguntas que puede hacerse para determinar si cierta actividad debe ser evitada:
1. ¿Estoy siendo controlado por algo que no debería estar controlándome? I Corintios 6:12
2. ¿Estoy alimentando mi carne o la de otros?
I Corintios 10:23
3. ¿Puedo pedir a Dios con libertad que bendiga esta actividad? Colosenses 3:17; Hechos 24:14
4. ¿Si Cristo regresará en este mismo momento, me avergonzaría al mirarlo?
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Corintios 1:8; I Tesalonicenses 5:23
5. ¿Causaría que otro cristiano tropezare?
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6. ¿Estorbaría para que un perdido creyera al evangelio?
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Corintios 10:31-33
7. ¿Me condenaría la conciencia? (Dios es más grande que nuestra consciencia.)
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Pedro 3:16; Hebreos 3:18; I Timoteo 1:5
Cristo quiere que tengamos buen testimonio ante los hombres. El mensaje de nuestra vida da validez al mensaje de nuestros labios. Si queremos influenciar a los perdidos para venir a Cristo, debemos tener la gracia de Dios trabajando en nuestra vida. Debemos de ser nuevas creaturas con vidas nuevas. Esa vida es para traer gloria al Señor. No podremos traer Gloria a El sí estamos enredados con los negocios del mundo. (II Timoteo 2:3-6)
Por seguro vamos a influenciar a alguien. El asunto es que, si vamos a influenciar a alguien para bien, o para mal. Muchas veces eso significa que debemos separarnos (o evitar) algunas actividades dudosas, que tal vez no son tan malas. Si tan solo tienen apariencia de iniquidad, debemos evitarlas. (I Tesalonicenses 5:22)
Aunque nadie puede llegar a ser perfecto en esta vida, no es razón para que vivamos de la manera que queramos. Las almas de los perdidos dependen de nuestro testimonio. Somos instrumentos para justicia que Dios ha escogido para usar (Romanos 6). Tal y como herramientas en las manos del Señor, debemos traer fruto de santificación. (Romanos 6:22).
Sed santos. El mandamiento es claro. El vivir una vida santa nos destruye la gracia de Dios, al contrario, hace uso de ella. Una vida de santidad no constituye legalismo – constituye obediencia. Nuestra vida manifiesta la obra que Dios está haciendo. El tener una lista no garantiza santidad o espiritualidad. Las reglas pueden ser seguidas con un corazón de rebeldía por cierto tiempo.
La santidad, no necesariamente se define por nuestras acciones, sino por nuestra actitud. Sin embargo, nuestra actitud produce acciones. Que Dios le ayude a comprometerse a vivir una vida de separación de lo malo y consagrada a Dios, para que le sirva efectivamente.
Evite los enredos de Satanás y de los hombres, y siga a Dios, su Palabra, y a todo aquel que esté predicando la Palabra de Dios sin motivos humanos. El asunto es sencillo: ¿Su vida da validez al testimonio que quiere tener? ¿Puede la gente ver una diferencia en su manera de vivir desde que recibió al Señor? Solo usted puede responder a tales preguntas. Si sus respuestas son negativas, que la gracia de Dios le ayude a aprender cómo vivir una vida de santidad.