LECCIONES DE DISCIPULADO
Lección de Estudio 19:
Compañerismo-Comunión
Al ponernos a pensar en la vida de un discípulo, el juicio venidero, el deseo de vivir una vida piadosa y de pasar tiempo con el Señor; sería fácil sentirse abrumado por todo el quehacer. “¿Cómo puedo vivir para el Señor? ¿Alguien siente lo mismo?” Bueno, precisamente hemos escrito este capítulo, para ayudarle a entender este asunto.
Una de las cosas hermosas acerca de la Iglesia local es, que no solo es una Institución dada por Dios para llevar a cabo su obra, sino que también se compone de gente como usted y como yo, gente que se han comprometido a hacer una diferencia por Cristo cuando se reúnen. No debería entonces sorprendernos que muchos encuentran; dentro de la iglesia sus mejores amigos. Encuentran gentes con las mismas características, problemas, y cosas de mutuo interés, y llegan así a la conclusión de que no están solos en esta jornada al cielo.
La comunión de un creyente con otros miembros de la familia de Dios no debe ser minimizada. Es poderosa. Era también una práctica en la iglesia primitiva (Hechos 2:41-42). Cuando la gente llega a la iglesia por primera vez, siempre tiene preguntas. Al mirar los rostros de los miembros, constantemente se preguntan, “¿Habrá alguien como yo?” “¿Me siento en casa?” Las personas quieren ser aceptados tal y como son. También les interesa saber si alguien en verdad se interesa en conocerlos. Aún más, siempre traen preguntas acerca de sus expectativas. “¿Qué cosas esperarán de mí si me uno a esta iglesia?” La comunión es una herramienta muy poderosa para dar respuesta a estas preguntas.
Somos criaturas con necesidades. Por naturaleza, queremos sentirnos aceptados. Tenemos la necesidad de sentirnos útiles para algo que valga la pena. Por cuestión de las necesidades más básicas como seres humanos, no podemos ser negligentes con el asunto de la comunión con los hijos de Dios. Es tiempo de infundirnos ánimo los unos a los otros por la causa de Cristo.
No es un tiempo perdido. Alguien ha dicho, “No podemos crecer aislados de los demás, creceremos, solo en el contexto de la comunión con otros” Hebreos 10:24 “Y considerémonos los unos á los otros para provocarnos al amor y á las buenas obras”. Provocaremos a otros a hacer buenas obras teniendo comunión unos con otros.
La comunión está basada es tener cosas en común. Como hijos de Dios deberíamos tener un mismo propósito (II Timoteo 3:10). También creemos lo mismo (Hechos 2:42). Y tenemos la misma esperanza (Hebreos 11:39-40). Al igual que las mismas necesidades (II Corintios 8:1-15). Estas cosas se pueden compartir unos a otros y así, animarnos, siempre en el contexto de la comunión.
Como cristianos, somos también colaboradores (eso significa la palabra coadjutores) en Cristo (I Corintios 3:9). Trabajamos juntos en el ministerio y sus beneficios. No hay tal cosa que un “Llanero Solitario”, estamos todos en la misma causa, y la comunión con los hermanos nos anima para alcanzar nuestra meta. Ignorar la comunión, es querer hacer las cosas sin algo que es muy necesario para la vida cristiana. La verdad es que, si vamos a tener comunión con alguien, sería mejor si esa comunión fuese con los hijos de Dios, y traer así gloria a nuestro Dios.
Cuando se sienta abrumado, mire a su alrededor. Usted no está para vivir una vida solitaria al servir a Cristo. su iglesia está aquí para ayudarle y animarle. Encuentre amigos piadosos en su nueva familia, amigos que le ayuden a viajar por esta jornada. ¡Pase tiempo con ellos, y conózcalos aquí – pues pasará la eternidad con ellos en el cielo!
La Iglesia primitiva tenía muchas dudas. Todas las cosas eran nuevas para ellos. Ellos estaban dejando un estilo de vida en el cual habían crecido (judaísmo). Todo aquello que para ellos era común, ya no importaba más, porque ya habían conocido al Señor. Después de haber conocido al Señor y ser salvos, se dieron cuenta que tenían que hacer cambios. Probablemente con temor, alegres y emocionados, se dispusieron a emprender la jornada. Hechos 2:42-47 nos da una idea de lo que era esa vida nueva para ellos.
Al haber abandonado la fe de sus padres, se preguntaban qué era lo que iba a pasar. Se encontraron con otros creyentes, los cuales les instruyeron con las Escrituras y las doctrinas de la vida cristiana. Ellos con firmeza continuaron en esa doctrina; y no solo eso, la Biblia nos dice que ellos continuaban en la comunión.
Había una genuina necesidad de comunión entre la gente que estaban siguiendo al Señor. Es más, ellos se reunían cada día en el templo y cada día tenían comunión (Hechos 2:46). La necesidad no ha cambiado. Todavía necesitamos la comunión con los hijos de Dios. Es un constante recordatorio de que no estamos solos.
La comunión no solo nos ayuda, también ánima a aquellos con los cuales tenemos comunión. Y la cadena no se detiene allí, puesto que nuestro Padre celestial se complace en que pasemos tiempo juntos en armonía. ¡Es una situación de doble ganancia! Por eso, no piense que solo debe venir a la iglesia a oír la Palabra de Dios (aunque es la razón principal). Conozca a la gente con la cual alaba a Dios, y tenga comunión con ellos. ¡No se arrepentirá el haberlo hecho!
La comunión es una cosa vital para la vida cristina. Muchos de los que se han desanimado, lo han hecho por no tener una buena comunión con los hermanos. La confianza de saber que a alguien le interesa que usted triunfe para Dios, hará la diferencia. Las vidas que vivimos hoy en día son frenéticas y agitadas. Hay muchas cosas que nos jalan o distraen. Aunque es verdad que necesitamos de un tiempo a solas con el Señor, también es verdad que necesitamos de comunión con nuestros hermanos en Cristo. Quiera Dios que usted alcance a comprender la importancia de la comunión, y que a través de ella experimente el ánimo, y pueda animar a otros. Cuando los ataques de Satanás lleguen, ¡Mire hacia arriba y a su alrededor y recuerde que no está solo!